viernes, 1 de noviembre de 2013

Un mundo diferente

Hace muchos años en una tierra lejana sucedió algo sorprendente que afectaba a sus habitantes, uno a uno, les fue creciendo cola. Los primeros habitantes a quienes les crecía tal cosa, semejante a la de los monos, hacían todo lo que podían para esconderla. De mil maneras trataban de meter sus colas en sus pantalones y usaban camisas largas con el fin de ocultar aquello tan insólito. Mas al descubrir que a todos les estaba creciendo la cola, la historia cambia de forma drástica. 

La cola se revela como de gran utilidad para cargar grandes cosas, para dar movilidad, para abrir puertas cuando los brazos estuvieran ocupados. Entonces estilistas de moda comienzan a diseñar prendas para acomodar y liberar las recién formadas colas. Pronto, comienzan a surgir adornos, llaveros, posters, etc., naturalizándose la nueva anatomía humana. Entonces, de repente, aquellos a quienes no les creció cola son vistos como extraños y comienzan frenéticamente a buscar formas de esconder tal hecho comprando colas postizas o retirándose de estas tierras. ¡Qué vergüenza no tener cola!, decían. 


Reflexión

La sociedad ejerce una gran influencia en excluir al diferente; sin embargo los niños pequeños no están muy influenciados por los modelos sociales. Juegan libremente con los niños diferentes; solamente en el momento de incorporar los patrones culturales de perfección y belleza empiezan a burlarse del niño con estrabismo, de cierto muchacho con retardo, o imitando el defecto físico de cierto adolescente. Configurándose una actitud que la sociedad, en la mayoría de veces, definirá deficiencia como una incapacidad y es el individuo portador de dicha deficiencia el que sufrirá las consecuencias de tal definición.

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